En la últimas semanas pasé de lo intelectual a lo emocional en mi camino de transformación digital y me sentí como en una montaña rusa: pasé por la angustia creativa y emergieron inseguridades frente a lo desconocido. Me relaciono con otros aventureros digitales y descubro que nos pasan cosas parecidas. Investigamos tecnologías: por momentos nos parecen fáciles de comprender y cuando nos preguntamos qué nuevos usos les podemos dar quedamos admirados ante la inmensidad del océano de posibilidades. Emergen ideas que parecen prometernos riqueza y luego se esfuman al descubrir que ya están desarrolladas en una app que está ganando mercado a pasos agigantados. Nos damos cuenta que ser creativos y metódicos es necesario pero no suficiente. Y como en todo lo nuevo, lo complicado no es que hay temas que no sabemos sino no saber qué temas desconocemos…
Hace tiempo sabemos que «tener el control» es una ilusión que puede ser real sólo de una forma efímera y superficial; ahora la transformación digital nos ilusiona con subir a una gran montaña del control y acto seguido nos empuja al abismo.
Podemos andar en esta montaña rusa con nuestras emociones atragantadas o explotar del pánico. Lo que sugiero es una tercera vía, que se puede ir encontrando a través de:
- Desarrollar soft skills, desde aprender a manejar el estrés hasta cambiar las formas de vincularnos.
- Trabajar de a pares, llevar la práctica de pair programming a cualquier tipo de trabajo.
- Consolidar equipos multidisciplinarios y de diferentes generaciones, usando las metodologías ágiles.
- Compartir en comunidades por temas o por objetivos para procesar, aprender, explorar juntos.
- Crear una visión amplia y avanzar de forma iterativa e incremental, una versión ágil de «pensar en grande y actuar en pequeño».
¿Cómo se sienten ustedes con la transformación digital? ¿qué les sirve para transitarla?