Aceptación y Reconocimiento

Milena Natalia Meo Coaching expresivo, Conciencia emocional, Herramientas, Valores humanos 1 Comment

En el momento del nacimiento, una madre sabe que el niño que ha llevado en su vientre durante 9 meses es suyo, no es necesario que lo reconozca, pero si, tiene que aceptarlo; por lo que es, en su totalidad. Debe aceptar el género (hombre o mujer), debe aceptar el aspecto, lo tiene que aceptar como hijo de la pareja y, como fruto de las genealogías del padre y la madre, etc.

En cambio un padre no sabe con certeza que el bebé es suyo, por lo cual debe reconocerlo (no sólo en el registro civil) después del nacimiento; lo debe reconocer como su hijo, debe reconocer su género, su aspecto, como el fruto de la pareja y de las dos genealogías, etc.

Aceptación y reconocimiento ocurren totalmente al nacer o no ocurren.

La no-aceptación o el no-reconocimiento en el momento de nuestro nacimiento se convierten para nuestras memorias en una cuestión de supervivencia. Un cachorro de humano que queda solo no sobrevive, necesita un adulto para todo. Y el recuerdo que se activa en nuestro cerebro reptil, como en cualquier mamífero es: «Si no soy aceptado, o si no soy reconocido, soy expulsado de la manada y comido vivo por los depredadores.» Un potro loco no viene aceptado por la hembra dominante que lo hecha de la manada hasta que no se somete y sólo entonces, lo incluyen en la  manada de nuevo.

¿Y nosotros? ¿Que hicimos, que hacemos para ser aceptados por nuestro clan? ¿Para no ser echados y devorados por los depredadores?

En la antigua Roma cada bebé era sometido al ritual del «reconocimiento» por el paterfamilias (no necesariamente el padre). Puesto a los pies del que tenía la patria potestas (derecho de vida o muerte), si el padre de familia lo reconocía levantaba al niño en sus brazos al cielo; de no hacerlo, era razon suficiente para deshacerse del niño exponiendolo en la vía pública, donde, o lo recogían (pero no podía ser adoptado, sólo podía ser vendido como esclavo), o lo dejaban morir de hambre y frío.

¿Y nosotros? ¿Qué hacemos para ser reconocidos, por ejemplo en el trabajo? ¿En nuestro grupo de amigos? ¿Para no ser echados y morirnos de hambre?

Si no fuimos aceptados por nuestra madre o reconocidos por nuestro padre, nos llevamos las dos heridas/carencias que se convertirán en una demanda infinita que nunca vamos a dejar de hacer a todos los que encontramos en nuestras vidas. Un agujero negro que nadie va a ser capaz de llenar.

Desde la infancia hemos implementado algún tipo de estrategia para ser aceptados y reconocidos y poder sobrevivir, y de hecho mientras seamos pequeños estas estrategias aún pueden salvarnos la vida, pero de adultos autosuficientes no solo ya no son necesarias sino que dañan todos los campos de nuestras vidas al dispararse automáticamente. Y así nos sacrificamos; sacrificamos nuestros deseos, nuestros sueños para ser aceptados y reconocidos, nos escondemos, hacemos concesiones, manipulamos y seguimos modelos no expresando nuestra esencia, nuestro verdadero talento y nuestra verdadera identidad.

Si la aceptación es mi carencia /demanda, voy a ser una persona silenciosa, con miedo a molestar y exponerme para ser aceptada. No voy a ser capaz de expresarme libremente. No voy a ser capaz de decir que «No», siempre voy a estar a disposición transformándome «en el indispensable». En cambio, reconocimiento significa ser visto, tener nuestro propio lugar bien identificado en la manada. Si el reconocimiento es mi herida, seré «ruidoso», llamativo, haré lo que sea para llamar la atención, ser alabado, para que me demuestren gratitud, voy a estar siempre compitiendo.

En ambos casos, estamos en una trampa y respondemos sólo a una carencia/herida, y no a nuestros deseos.

A veces, incluso nuestro trabajo es la buena solución para llenar esa carencia y no es la verdadera expresión de nuestra esencia; por lo tanto, no somos felices.

Una relación (de cualquier tipo: amistad, amor, trabajo) sólo funciona si no hay demanda, pero solo propuesta. Un adulto no pide más, propone y ofrece. Si estamos demandando (en este caso para llenar la falta infinita de aceptación y reconocimiento) bloqueamos la auténtica expresión de nuestro yo, bloqueamos el deseo, el entusiasmo y la creatividad.

La única persona que en la edad adulta puede hacer algo para saciar nuestras carencias somos nosotros mismos; sólo nosotros mismos nos podemos reconocer y aceptar por completo, sin crítica y juicio, sin prejuicios, ni imágenes, tal como somos. Sólo entonces seremos libres del chantaje y libres de cualquier demanda que bloquea y limita nuestro yo y nuestra misión.

Comments 1

  1. Siempre mis acciones estaban orientadas a ganarme el reconocimiento de mi madre, acá diferencian reconocimiento de aceptación pero yo creo que son la misma cosa, si bien me daba cuenta de que eso no era normal pero indefectiblemente buscaba y buscaba aprobación, no solo de mi madre sino también podría ser de una novia, etc. La cosa es que caía siempre en eso y casualmente nunca obtenía la aprobación que quería, y no solo eso, sino que terminaba esclavizando mi vida prácticamente a esa tarea, como bien dicen en este articulo, y cada vez que tenia la oportunidad salia de adentro mio sin que yo lo quiera un impulso a ponerme al servicio de mi mama. En fin, llevo muchos años tratando de solucionar problemas emocionales, hace unos meses atrás después de brindarme nuevamente y de nuevo sin tener el reconocimiento buscado me dije a mi mismo que había sido lo ultimo que hacia, le puse un punto final a toda esta cuestión y seguí con mi vida normal, lidiando un poco con el rencor de no haber conseguido lo que buscaba pero sabiendo de que por mas que sea mi madre yo no me merecía eso, hice muchísimo mas de lo que cualquier hijo hace por su madre y sin embargo nunca era suficiente, y nunca lo iba a ser, estaba en un circulo vicioso. El caso es que hoy pude ver con algo de claridad porque hacia eso, yo buscaba el reconocimiento de mi madre porque eso me daba fuerza, así tal cual, era como que inconscientemente tenia esa herida de falta de aceptación y sin esa aceptación indudablemente me sentía débil, como que me faltaba esa fuerza para poder llevar adelante mi vida. La cuestión es que esto esta taaaan profundo dentro nuestro y por otro lado es tan doloroso que es muuuuy difícil poder verlo con claridad, pero no tengan dudas de que tiene que ver con eso. Como dice al final, la única salida es dejar de pedir y darnos lo que no nos pudieron dar.

Responder a Damian Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Captcha *