Dependencia Financiera: Obligados y Dependientes

Ingrid Astiz Conciencia emocional, Dinero, Resolución de conflictos 2 Comments

La dependencia financiera tiene origen en una profunda inseguridad en uno mismo y es un vínculo desarrollado desde la carencia. Tanto “los obligados” como “los dependientes” están luchando por el poder, el que somete es tan prisionero como el sometido: ambos quedan atrapados en el sufrimiento. Más info: Triángulo dramático.

Quien se sienta identificado con alguna de las situaciones aquí expresadas, puede conectarse con el dolor y descubrir miedos ocultos. Espero que eso no lo haga retroceder, sino que encuentre formas de sanar las viejas heridas y dejar ir los motivos aprendidos para temer. Escribo porque quiero dejar de auto-obligarme y de depender del afuera, lo hago con la convicción que todos nos merecemos disfrutar de la libertad, y mientras más nos motivemos unos a otros, más personas podrán lograrlo.

Los «obligados», pueden ser personas que (entraron en una o más de estas situaciones):

  • Accedieron por emociones como miedo (ej. que le prohiban ver a sus hijos), ambición (ej. el gobierno que dá planes para conseguir más votos), culpa (ej. hijos con sus padres mayores), deseo de control (ej. padres sobre hijos adultos, parejas sobre su ex-pareja), cohersión (ej. el dependiente pidió ayuda a abogados o amenazó con la fuerza) y lo cumplen perpetuando el malestar emocional.
  • No se sienten obligados y lo disfrutan abiertamente, sin medir las consecuencias en el mediano o largo plazo (ej. padres que mantienen cómodos a sus hijos adultos para «tenerlos cerca» y luego lamentan que no maduren; hombres que mantienen cómodas a sus esposas para «tenerlas contentas», y luego lamentan cuando se divorcia y ella pide que siga cubriendo gastos o quedarse con el 100% de la casa de los dos).
  • Firman felices contratos con obligaciones financieras (como el matrimonio o la relación de dependencia): delegan en las leyes la resolución de conflictos en caso de desacuerdo y cuando el dependiente apela a abogados se ofenden. El proceso de la justicia estatal es vivido como una injusticia subjetiva, como una trampa donde se ha perdido la libertad y el poder personal.
  • Disfrutan los beneficios de «tener un dependiente», y le piden favores personales, o compran el tiempo y la atención del otro.
  • Sufren por el vínculo y, sin embargo, sienten un goce por el poder que les ofrece que otro ser humano dependa de ellos, les gusta la ilusión de superioridad, por más que el otro los envidie y se vaya resintiendo.
  • Se aseguran que se perpetue el vínculo con esa persona (temen en secreto que cuando deje de estar la dependencia financiera, el otro desaparezca), o como se creen incapaces de dar lo que realmente quiere el otro, ofrece el dinero como sostituto (ej. el hijo que quiere afecto y el padre intenta cumplir dandole gustos materiales; la esposa que quiere plenitud sexual y el marido que la intenta llenar con casa, cosas y dinero).
  • Son dependientes cuando creen que son valiosos en la medida que son proveedores. Es decir, que esconden una inseguridad personal muy fuerte atrás de la fachada del «yo puedo y vos no». La creencia de «soy importante por lo que tengo, por lo que acumulé, por lo que puedo hacer con mi dinero» puede ser un gran destructor de la autoestima (aprecio a «el proveedor», pero no al ser humano que se esconde detrás del personaje).
  • Ya aprendieron la lección y sinceramente desean que el otro genere sus propios ingresos con independencia, pero continuan sosteníendolo porque no saben cómo motivarlo, ni ayudarlo, ni cortar el control sobre el otro, ni liberar su propia dependencia emocional que sostiene la dependecia financiera del otro.
  • Realizaron los cambios de consciencia y se liberaron de las cadenas emocionales de la obligación, sólo les queda terminar el contrato. Ej. un divorcio con alguien que se declaró incompetente financieramente, el que ocupa el lugar de proveedor de dos hogares quizás tenga que esperar hasta la mayoría de edad de sus hijos; o un contrato laboral con un empleado que ya no genera valor a la empresa, a una pequeña empresa le llevará tiempo juntar los fondos requeridos para la indemnización.

Los «dependientes», pueden ser personas que:

  • Elijen la dependencia financiera con comodidad en sus propio sistema de creencias, acostumbrados a auto-limitarse (“soy pobre y el gobierno me tiene que cuidar”, “soy mujer y es normal que me mantengan los hombres de la familia”, “soy empleado viejo y no puedo hacer otra cosa”).
  • Se sienten incómodos emocionalmente, pero seguros en lo material. Mantener el vínculo les provee una ilusión de seguridad que pagan cara. Ej. Personas que se quedan con parejas sólo para sobrevivir o para mantener el standard de vida, por más que los envidien por su capacidad de generar dinero y/o ya no los quieran (es decir, que preferíen prostituirse antes que iniciar un nuevo camino por su cuenta); Empleados que no disfrutan de su trabajo pero temen cambiarlo (es decir, auto-condenados a la frustración profesional); Personas que les dá vergüenza ser mantenidas, lo racionalizan como inevitable y/o lo ocultan a la mirada de los demás.
  • Acuden a abogados y a las leyes para obligar a otro a que les dé dinero y/o recursos: ponen al estado como regulador de los conflictos y como agente de coerción para mantener el vínculo de dependencia financiera. A veces tienen la ilusión de una victoria, pero su poder proviene de una autoridad externa, y por lo tanto así perpetuan su lugar de sumisión, de debilidad ante el otro, y de baja autoestima.
  • Exigen dinero como una forma de venganza, como un intento desesperado de llenar el vacío, como una ilusión de poder sustituir con dinero todo lo que no recibieron (reconocimiento, plenitud sexual, afecto, atención, etc). Obtienen el dinero pero siguen sin lo que realmente anhelaban: amor.
  • Limitan sus opciones de crecimiento por miedo a perder (“no puedo trabajar y ganar mejor porque perdería el subsidio que me dá el gobierno”, “no puedo ganar más plata por mí misma, porque perdería lo que me pasa mi ex.”, “no puedo renunciar porque perdería los beneficios de tantos años en esta empresa”, «tengo que ocuparme de las cosas de mi mamá, porque ella me pasa plata cuando estoy en apuros»).
  • Junto al miedo a no sobrevivir sin el dinero del otro, sienten miedo a quedar excluídos, a dejar de ser queridos (al renunciar a «la protección del poderoso», miedo a no encontrar un nuevo hogar).
  • Se dán cuenta de cuánto están perdiendo en su vida por “no querer perder”, pero su autoestima está deteriorada, no encuentran la forma ni el coraje para emprender un camino de independencia financiera.
  • Recuperaron la autoestima, generan los recursos materiales con autonomía, y sólo les queda cerrar el viejo contrato, que ya no necesitan.

Si te sentiste identificado en una o más de estas situaciones, lo que aprendí es que salir de un vínculo de dependencia financiera no depende de un esfuerzo de la voluntad sino de un proceso de transformación personal, que permite hacer los duelos del pasado, cambiando la relación con el dinero y con los otros. No siempre es fácil, pero siempre se puede pedir ayuda y progresar en alguna medida.

Guía de contenidos sobre el dinero: aquí

Comments 2

  1. Hola, me sentí muy y plenamente identificado con cada uno de los ítems.
    Me gustaría comunicarme con Ustedes para comenzar el proceso de transformación.

    1. Hola Otto, no es un tema que nosotros acompañemos, sólo compartimos reflexiones derivadas de nuestro propio proceso hacia la libertad financiera. Sobre este tema, lo que recomiendo son los grupos de «Deudores Anónimos», se pueden encontrar googleando, hay grupos en las grandes ciudades.
      Saludos cordiales, Ingrid

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