El open space, así de simple como es, puede servir como una forma de facilitar un espacio en una organización para conversar temas que importan y que empiecen a pasar cosas nuevas. Qué cosas? Las que tengan que pasar.
Hace poco hicimos uno con la gente del proyecto Nahual. Unos días después, les preguntamos a los protagonistas, los participantes, que les había dejado el encuentro.
Lo que me gustó del open space es la posibilidad de poder compartir experiencias, distintos puntos de vista y la satisfacción de solidarizarse con la inquietud del otro en función de resolver una necesidad. Para mi fue un encuentro muy positivo porque aprendí mucho de los demás y sentí que mi aporte fue muy valorado, he quedado en contacto para generar un video para fomentar la educación. Eso me hizo entender lo importante que es el hecho de compartir experiencias y como se puede ayudar.
Esta actividad hace que te lleves un brainstorming (lluvia de ideas) donde luego cada uno hará una selección para luego aplicar, desarrollar o simplemente quedarán guardadas para luego ser activadas frente a una necesidad.
Es un espacio que genera vínculos, en un clima amigable donde cada uno es libre de elegir de que quiere hablar e invita a escuchar y a exponer lo que uno quiere aportar.
Una de las las primeras particularidades que uno descubre al planificar un evento con modalidad open space, es la agilidad con la que es posible llevarlo adelante. En nuestro caso, los pasos que seguimos fueron:
- Estimar cantidad de gente que asistiría.
- Definir fecha y lugar.
- Difundir.
- Coordinar los preparativos menores pero no por eso poco importantes: Las comida para el coffe break y el material de trabajo: hojas, marcadores, post-its y pizarrones.
- Disfrutar de un gran evento!
Otra de las particularidades, está relacionada con lo grata que resulta la experiencia de participar en un open space, en primer lugar, porque continua e implícitamente se percibe que la consigna principal es que los participantes la pasen bien y se diviertan. En segundo lugar, porque “la regla de los dos pies” (Si no estás aprendiendo o contribuyendo, usá tus dos pies para encontrar otro lugar donde aprendas o contribuyas.) convierte al evento en un espacio donde las personas interactúan, participan o simplemente escuchan de la manera que más natural les surge.
En definitiva, el open space nahualero fue una actividad en la que un sábado a la mañana, un grupo de personas se reunieron con un fin común; hacer su contribución al proyecto Nahual. El desafío planteado fue proponer soluciones a diferentes situaciones que surgieron en el proyecto. El medio para encontrarlas fue el intercambio de ideas, experiencias, opiniones y ofrecimientos entre personas que participan activamente en Nahual, que participan en proyectos similares, o que simplemente hicieron su aporte desde sus sentido común.
Como era de esperarse, toda esta maravillosa energía, guiada por los moderadores -quienes resultaron figuras centrales para poder hacer converger las ideas a propuestas concretas- tuvo sus maravillosos resultados; un backlog con muchas, muchas buenas ideas para implementar!