Con «impacto» me refiero al poder de llegar al otro, la aptitud para comunicar, lograr ser escuchado y comprendido. También el poder de activar algo nuevo en el otro: un pensamiento, una emoción, un gesto, una acción.
Con «fuerza» me refiero a la capacidad de mover un punto de vista o conmover al otro. Mientras mayor sea la conexión con uno mismo, con la visión, misión, valores y objetivos, más fuerza. Mientras mayor sea la claridad interna en los pensamientos, el registro emocional y las acciones alineadas, más fuerza. Mientras más poder le doy a los juicios y acciones del otro, más acentuada esté la actitud de víctima y más extendido un clima emocional opaco, menos fuerza. Mientras más quiero dirigir la vida del otro, manipularlo para que haga lo que yo creo conveniente, menos fuerza.
Con «cercanía» me refiero al amor al prójimo. Me refiero a lograr empatía: a escuchar los pensamientos del otro, registrar sus emociones, conocer sus necesidades. También a una predisposición para el aprendizaje, la confianza y la colaboración. No me refiero a imitar el comportamiento del otro, ni al contagio emocional (ej. el otro está enojado, yo también me enojo). Tampoco a repetir los juicios del otro, copiarme en sus puntos de vista y opiniones.
Mientras mayor fuerza desarrolle y más cercanía construya con el otro, mayor será la capacidad de «llegada».