vivir con tiempo

¿Te falta tiempo? Ideas para solucionarlo

Ingrid Astiz Conciencia emocional, Herramientas, Manejo del tiempo 5 Comments

Si bien pareciera estar socialmente aceptado decir «no tengo tiempo», esta expresión es una trampa de la mente que nos impide disfrutar plenamente. Por eso, si crees que «te falta tiempo» sugiero que busques la causa y cambies algunos hábitos.

Lo que comparto está basado en mi propia experiencia. Me tomó años cambiar mi relación con el tiempo, porque implicó cambios interiores y también cambios radicales en mi vida profesional. No fue rápido, pero valió el esfuerzo. El resultado es que me siento llena de satisfacciones.

Si bien hay cambios que pueden llevar años, otros son pequeños. Asumiendo compromisos semana a semana, se puede avanzar en una gratificante mejora en la calidad de vida. Comparto información que puede ayudarte en ese camino. Para llevar las ideas a la acción se requiere disciplina, persistencia y cierta dosis de creatividad. Por eso, si necesitás acompañamiento podés contactarnos a info@fuerzatres.com (tenemos opciones presenciales y a distancia). O también podés pedirle ayuda a un terapeuta o coach de tu confianza.

Mejorar mi organización personal

  • Crear tiempo vacío. Cuando planificamos nuestra semana, es clave dejar tiempo libre para resolver imprevistos, ordenar, revisar, mejorar, cambiar, crear. Si no lo hacemos puede que terminemos corriendo atrás de actividades poco satisfactorias o improductivas. Por eso, si «nos falta tiempo» lo primero es empezar a hacer un poco de vacío aunque sea forzado, en nuestra semana y en nuestro día. Ese tiempo vacío nos dará ideas para resolver cuestiones de formas más eficientes, y nos ayudará a darnos cuenta que hay actividades que no nos interesan y que hacemos sólo por inercia, entonces podremos tener más tiempo libre, más oportunidades de momentos plenos.
  • Resolver en pequeño. «Una puntada salvan veinte y veinte salvan una prenda», me decía mi abuela que era costurera. Cada vez que veamos un problema pequeño, enfocarnos en resolverlo lo antes posible, no dejar que crezca. Esto hace que demande poco trabajo (y poco tiempo). En cambio, cuando el problema es grande puede llevar años solucionarlo, o peor, si se pasa el último momento responsable (donde ya no está en nuestras manos el poder resolver el problema), llevará tiempo y esfuerzo generar la nueva situación (por ejemplo, un conflicto con un colaborador no resuelto a tiempo, puede ser que lleve a la ruptura de la relación y eso puede implicar meses en encontrar un reemplazo y capacitarlo). Cuando no tenemos el hábito de resolver los problemas en pequeño, pasamos el tiempo corriendo atrás de problemas grandes y costosos.
  • Implementar procesos eficientes, tanto en el ámbito personal como profesional. Por ejemplo, el manejo del stock de la casa: cuando algo está por terminarse lo anoto en una lista de compras en la nube, y cuando paso cerca de una farmacia o de una ferretería, miro mi lista y compro todo junto; los productos de limpieza los compro al por mayor una vez cada tres meses. La suma de este tipo de prácticas, libera mucho tiempo, nunca tengo que salir corriendo a comprar algo.
  • El exceso de trabajo, los compromisos incumplidos, las colaboradores estresados, suelen ser síntomas de un problema más profundo. Puede ser desatención, planificación ineficiente, ambición exagerada, falta de capacitación. Apurarnos para dar un diagnóstico es otro signo de que hay algo para revisar en nuestra relación con el tiempo. Sólo cuando nos detenemos y analizamos hasta encontrar la raíz del problema podremos accionar en su solución.
  • Dejar de hacer algunas cosas. Por ejemplo, preocuparme por lo que los demás piensan de mí, lamentarme por historias del pasado, esperar que los demás cambien… son actividades que pueden consumir mucho tiempo y no sirven. Entonces sobre lo que hago, me puedo preguntar ¿me aportó algo? ¿le aporta algo a alguien? ¿lo disfruté? ¿lo disfrutaron las personas con las que compartí la actividad?… si las respuestas son «no», es una buena señal que puedo dejar de hacerlo. Y si no logro dejar de hacerlas, puede ayudar conversar con alguien para explorar por qué me apego y continuo haciéndolas.
  • Preguntarnos ¿qué quiero hacer realmente? ¿lo que estoy haciendo enriquece mi vida y la de los demás? ¿cuál quiero que sea mi legado y cómo quiero transmitirlo? Muchas veces necesitamos hacer una limpieza de actividades («lean en mi vida») para hacer tiempo para actividades que realmente nos otorguen satisfacción y estén alineadas a lo que queremos hacer en esta vida.

Cambiar actitudes

  • Cuando nos sobre-exigimos, el tiempo no alcanza. Si en un día puedo hacer 8 cosas quiero hacer 10. Y resulta que al final del día hago 8… o hago 10 pero con un costo alto como puede ser un desgaste de salud o en los vínculos. Es decir, quiero hacer más de lo que puedo hacer sanamente, o acepto que otros manejen mi agenda de una forma que no me hace bien. Creo que me faltó tiempo pero me faltó un sano realismo. Y también puede ser que como me sobre-exijo me parece que puedo sobre-exigir a los demás, y esto hará que provoque estrés o que los aleje. Esto es como una bola de nieve que puede ir creciendo y puede llegar a convertirse en conflictos con clientes, jefes, incluso parejas, amigos. La salida comienza con conocerme y aceptar lo que puedo hacer naturalmente, hacer lo mejor que puedo en cada momento, sin exigencias (dejar de esperar que todo se ajuste a mis deseos y de creer que soy omnipotente).
  • La aceleración permite velocidad, pero la velocidad reduce nuestra libertad de movimiento. Mientras más rápido, más angustia (que tiene el mismo origen etimológico que «angosto»). Entonces, puedo creer que hago mucho y muy rápido, pero esa angustia hará que quiera hacer siempre más y más, y al ver que no es posible me generaré ansiedad. Y la ansiedad empuja a hacer sin pensar, sin analizar la causa del problema, sin identificar la necesidad que se necesita satisfacer, sin creatividad para diseñar la solución eficaz.
  • El estar siempre ocupados suele ser una técnica de evitación: puede ser que nos ayude a evadirnos de algo que sentimos y no nos gusta, puede ser que nos de una buena excusa para no estar con personas con las que no queremos pasar nuestro tiempo. El problema es que si evitamos un sentimiento desagradable, nos desconectamos también de los sentimientos agradables; si nos creamos obligaciones para no ver a ciertas personas, también nos perdemos estar con personas queridas.

Cambiar hábitos mentales

  • Siempre hay tiempo, a cada instante… el tiempo no es un objeto que puedo perder, tampoco lo puedo recuperar. Entonces si creo que «me falta tiempo» seguramente me falta una buena relación con mi tiempo. No puedo hacer que el día tenga más de 24 horas pero sí puedo cambiar mi forma de vincularme con el tiempo.
  • El pensamiento “no tengo tiempo” suele expresar un sufrimiento psíquico que falta algo valioso en nuestra vida. Puede ser un síntoma de que se está buscando algo que no se encuentra. O que nos llenemos de actividades para intentar saciar nuestra ambición y controlar nuestro temor. O quizás que nos de miedo explorar el problema que dió origen a estos sentimientos. Puede sucedernos que por más que nos esforcemos, persista una sensación de fracaso e impotencia. Si reconocemos algo de esto, es importante «parar la pelota y pensar», hacer una pausa y conectarnos con lo que nos está pasando, lo que estamos sintiendo, lo que realmente necesitamos.
  • Si repito «no tengo tiempo», me iré generando estrés y estaré mintiendo.  No es verdad porque el tiempo siempre está presente y disponible hasta el momento de nuestra muerte. Es una mentira socialmente aceptada pero nos hace mal, como personas y como sociedad. Los pensamientos que no son verdad, nos confunden y nos dejan prisioneros de un relato que construimos en nuestra cabeza. Nos impiden reconocer el problema y, por lo tanto, también nos impiden resolverlo. Más saludable es renunciar a la mentira de «no tengo tiempo» y reconocer qué es lo que me está faltando. Quizás sea motivación, entusiasmo, libertad.
  • «La vida es aquello que te va sucediendo mientras te empeñas en hacer otros planes». A veces nos la pasamos pensando, intelectualizando, dando explicaciones, atrapados en excusas y vueltas para todo. Entonces se genera un vacío interior y pareciera que nada es suficiente, el tiempo no alcanza porque nada nos alcanza, no sentimos satisfacción porque no sentimos lo que nos pasa. Si no conocemos el camino, «salir de la cabeza» puede ser más difícil que salir de una prisión de máxima seguridad. Se requiere desarrollar habilidades para poder hacerlo.

Conectarme conmigo mismo

  • Salir del «tengo que…» para adoptar el «elijo…». Por ejemplo, «tengo que ir a la reunión que me pidió mi jefe» a «elijo ir a la reunión porque se va a tratar un tema sobre el que quiero estar informado, porque elijo hacer mi trabajo de una forma responsable y comprometida». Se requiere cierta habilidad para conectar con lo que realmente me importa atrás de ese «tengo que». Y cuando empezamos a hacernos cargo de lo que elegimos hacer, se siente un alivio por liberar la presión que nos estábamos generando con el «tengo que…»
  • Salir del “seré feliz cuando…”. Es un pensamiento ilusiorio porque si no sabemos disfrutar y ser feliz con lo que tenemos ahora, tampoco lo seremos el día de mañana. Entonces, decidir ser feliz con lo que soy y con el momento presente. Para encontrar el camino al presente y liberarnos del estrés acumulado que nos dificulta esa conexión, ayudan los ejercicios de respiración, el yoga, la meditación.
  • Desacelerarnos, tomar pausas y tiempos de descanso (diario, semanal, mensual), sin esfuerzos, donde pueda reconectar con las sensaciones y necesidades propias. La pausa del trabajo es importante que sea algo diferente a lo que hacemos mientras trabajamos: si pasamos horas con la computadora, las pausas serán sin contacto con aparatos electrónicos; si estamos en constante movimiento, la pausa puede ser quedarnos quietos y mirar el paisaje.
  • Aprovechar pausas casuales (ej. esperar el ascensor): llevar la atención adentro, a las sensaciones físicas y emocionales, hacer ejercicios de respiración consciente, hacerse preguntas del estilo «¿cómo estoy ahora? ¿cómo me siento?» Las pausas son necesarias para salir de la ilusión del control: estar sin planificar, calcular, evaluar, juzgar, criticar, clasificar.
  • Encontrar sentido. Cuando aprendemos a conectarnos con nuestros sentimientos y con las situaciones que se nos presentan, encontramos sentido. Y cuando encontramos sentido, disfrutamos del tiempo.

Para seguir leyendo

  • «Espiritualidad y Administración del tiempo» de Anselm Grün y Friedrich Assländer. Aquí, un recuadro sobre la diferencia de Chronos y Kairos.
  • «Comunicación No Violenta» de Marshall Rosenberg. Aquí nuestro resumen.
  • GTD y ZTD, técnicas de administración del tiempo. Aquí nuestro resumen.

Comments 5

  1. Ingrid, muy bueno el artículo. Tenés razón cuando decís que uno usa constantemente el no tengo tiempo como latiguillo sin ser conciente del impacto que provoca en uno mismo y los demás. Un cariño grande!! Te sigo leyendo! !

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