La calidad está vinculada con aportar valor a los clientes, a través de productos y servicios que satisfagan necesidades.
Como productor, es importante:
– Indentificar las necesidades a satisfacer.
– Generar productos y brindar servicios para aportar el mayor valor.
– Mejorar constantemente las prácticas y normas vinculadas a ofrecer calidad.
– Cuidar la calidad de la información y los datos que se administran.
– Eliminar desperdicios en los procesos.
– Identificar los defectos y los impedimentos, lo antes posible.
– Trabajar en equipo con proveedores.
– Organizarse internamente para asegurar al cliente determinadas características de calidad.
– Orientar la percepción del cliente para que pueda reconocer la calidad ofrecida.
– Recibir feedback sobre lo ofrecido.
Como consumidor, es recomendable:
– Hacer explícitas las necesidades a satisfacer y priorizarlas.
– Diferenciar entre lo que satisface las necesidades identificadas y lo aledaño (todo lo que no agrega valor es desperdicio).
– Accionar según la propia escala de valores. Por ejemplo, algunos consumidores prefieren productos sin explotación laboral ni daño ambiental, antes que el más barato y/o el que más rápido se entrega.
– Verificar características y funcionamiento, para saber si el producto/prestación satisface o no las necesidades.
– Verificar si se cumplieron los acuerdos sobre la calidad.
Tanto para productores y consumidores, es interesante:
– Mantener entre sí un diálogo fluido y honesto, con la menor distancia y el menor ruido posible. Es decir, reducir al mínimo los intermediarios, dejar sólo aquellos que agregan valor en el proceso.