Vacío

Ingrid Astiz Coaching expresivo, Comunicación creativa, Creatividad e innovación, Cultura organizacional, Desarrollo de equipos, Liderazgo, Motivación, Valores humanos Leave a Comment

Para entender el vacío como valor, el primer paso es observar lo que nos rodea. Un vaso es útil en tanto contenedor de un espacio vacío que puede ser llenado con distintos componentes y vaciado con facilidad. Lo mismo ocurre con una casa, un auto, y otras estructuras que sólo tienen sentido en la medida que contienen vacío. Objetos que son herramientas, como un papel y un lápiz, son utilizados cuando hay un espacio vacío que permite que sean movidos. Objetos de contemplación, como un cuadro, son apreciados sólo si entre los ojos del observador y lo mirado hay un espacio vacío. Los científicos han descubierto que la mayor parte de nuestro cuerpo humano es vacío, y luego agua.

 
 
Esto llevado al día a día, hay dos reacciones básicas ante el vacío:

Horror vacui

Sentimos horror ante el vacío porque es aquello de lo que no podemos disponer ni dominar. Cuando la respuesta a este miedo consiste en intentar llenarlo todo, creamos una ilusión de seguridad que luego se transforma en una cárcel de repetición. De allí se derivan los hábitos compulsivos como la saturación de información, la actividad frenética, las adicciones y casi todos los dramas humanos.

Benedicto vacui

Cuando aceptamos la incertidumbre y tenemos el coraje de saltar al abismo de lo desconocido, se abre el vacío como terreno fértil para la creatividad y la libertad. Allí la vida deja de ser una aventura incomprensible para transformarse en una bendición: el vacío se llena de gratitud.
 

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