Cuando somos capaces de escuchar nuestros pensamientos, aceptar nuestros sentimientos, ver nuestra película interior e integrar nuestras distintas voces como si fueran un coro, hemos dado el gran paso para el trabajo en equipo.
Cuando logramos que dialoguen nuestro lado emocional y creativo con nuestro lado lógico y racional, las soluciones se vuelven claras y efectivas, las acciones son plenas y productivas.
Cuando celebramos el encuentro con el otro y creamos confianza, nos volvemos receptivos y compartimos con generosidad, nos enriquecemos en las diferencias y nos potenciamos en la afinidad.
Y trabajando en equipo alcanzamos y vamos mucho más allá de los más grandes sueños de nuestra pequeña mente.
Comments 2
Buenísimo! Gracias!
El formar equipos y no grupos de trabajo, hace que tengamos metas por las que luchar en común mas que objetivos por persona, conectar todo el ser no solo el del conocimiento sino el emocional a las metas, hace que las personas luchen por un bien común y no particular